miércoles, 27 de abril de 2011

¿Quién no se ha sentido super héroe algún día? Sobre todo cuando uno estuvo niño, tengo un recuerdo muy vívido de una ocasión en que mi padre me llevaba en sus hombros en un diciembre, el lugar lo recuerdo bien y era la central de autobuses de Irapuato, tendría yo cuatro o cinco años, él me decía que levantara las manos para poder alcanzar las estrellas que adornaban el techo del lugar, yo solo le gritaba que saltara mas alto mientras estiraba los brazos, en ese tiempo mi deseo era alcanzar las estrellas del cielo, ¡EN ESE MOMENTO MI PADRE FUE MI SUPER HEROE!

Recuerdo que por esos mismo años, teníamos solo una televisión en blanco y negro, la cual era compartida por toda la familia, así que mirar caricaturas en la hora que estaban las novelas era imposible, no podía ponerme a pelear con mis hermanas ya que eran dos contra mí, y aparte me llevaban algunos años.

Una vez, viendo el canal cinco en la hora estelar del tío Gamboin, vi una escena que he recordado por el resto de mi vida, no importa, eran caricaturas pero de cualquier manera esa escena marco mi vida.  Veíamos mis sobrinos y yo un capitulo del Tom y Jerry, en ese capítulo el gato perseguía a los ratoncitos, y estos corrían hacia arriba de un edificio mientras sonreían, al llegar a lo alto, uno de ellos sacó un paraguas como por arte de magia y se aventó desde la azotea del edificio, al ver que había bajado de una manera muy a todo dar y sin que le haya pasado nada, les dije  a mis sobrinos que nos subiéramos a la azotea, tomé el paraguas de mi mamá, los formé a todos y les dije –me voy a aventar yo primero, después de aterrizar, subo y se van aventando uno a uno-, sin pensarlo me aventé, la cosa fue, que yo ni pesaba lo mismo que el ratón, ni el paraguas era de acero, así que mas rápido que pronto caí de fundillo en la banqueta, ahí quede tirado un buen rato, no podía respirar, mis sobrinos al ver que no me levantaba fueron y le dijeron a mi madre lo que había hecho, mi mamá en vez de revisarme a ver si no me había roto un hueso, me levantó, me dio unos cintarazos y dijo – hijo de tu chin…. Mad.., ya me fregaste la sombrilla.

No recuerdo cuanto tiempo duré sin poder hacer nada, lo bueno fue que no se me ocurrió aventar a ninguno de mis sobrinos primero, nunca pude ser el super héroe que vuela, pero eso sí, ahora entienden porque tengo las nachas planas.
Saludos


jueves, 21 de abril de 2011

Marzo 28 del 2011.
1:30 pm
La gente de mi trabajo se preguntaba donde estaba yo metido, lo que no sabían era que en ese momento y desde la noche anterior me encontraba  en prisión.

La noche del domingo se me había ocurrido meterme a una cantinucha cualquiera, una cantina diferente, una cantina totalmente desconocida para mí, iba solo, así que solo me tomaría dos o tres tragos a lo mas y  me iría a casa a dormir para prepararme para ir a trabajar al día siguiente.

Llegué a eso de las once de la noche, pedí lo acostumbrado y le dí el sorbo al primer trago, después pedí dos mas y me disponía a irme, eso fue todo lo que recuerdo, desde ahí se me borro el cassette y lo único que recuerdo son las luces, las sirenas de la policía y un golpe en el auto que hizo que mi cabeza se estrellara con el volante, en seguida uno de los policías me bajo del carro, me tiró al piso, me puso las esposas y me llevo a la patrulla.

Un poco mas tarde estaba yo en la comisaria, me tomaron huellas, el nivel de alcohol y me llevaron a la celda, me quedé adentro hasta que sentí que se me habían bajado los efectos del alcohol, a eso de las 11 de la mañana me dirigí a los teléfonos públicos dentro del penal y quise hacer una llamada a mi trabajo, la operadora me decía que no tenía los fondo suficientes para hacer esa llamada, me dirigí al guardia y le dije que revisara cuanto era lo que tenía en mi cuenta y me dijo que al momento de mi arresto traía $481.00 en mi cartera, así que de una manera u otra podría hacer la llamada, por mas que intenté no pude llevarla a cabo.

Estaba seguro que mi sobrino no notaria mi ausencia en la casa ya que no nos vemos en toda la semana, cuando yo llego de trabajar el ya se ha marchado, y cuando yo me levanto para ir a mi lugar de trabajo, él se encuentra dormido, así que por ese lado estaba yo perdido. Lo bueno que tengo, es que nunca falto, y el día que llego a faltar siempre aviso, así mismo si voy a llegar diez o veinte minutos tarde les hago saber mas o menos donde me encuentro para que sepan que ya voy en camino.

La única esperanza que tenia de que alguien notara mi ausencia era mi amiga Vanessa, la cual es una de las supervisoras, con ella me llevo bien y casi siempre me lleva alguna u otra cosa de comer, estaba seguro que en cuanto ella notara que no llegaba pensaría que algo grave me había ocurrido.

Paso todo el lunes y de la llamada ya mejor ni hablamos, nomas no pude realizarla, no me quedo mas que poner todas mis esperanzas en que Vanessa contactara a mi sobrino a través de facebook, lo cual así sucedió, al día siguiente que fue martes, fui llevado ante la juez, al entrar se me ocurrió voltear hacia la sala de audiencia y vi a mi sobrino, lo único que hizo cuando me vio fue agachar la mirada y mover la cabeza en señal de desaprobación. No duré ni cinco minutos con la juez la cual me impuso una multa altísima  de la cual mejor no hablamos, tenía que conseguir de una manera u otra el dinero para salir bajo fianza lo cual eran dos mil dólares.

Sabía que aunque tenía ese dinero en el banco no podría hacer uso del mismo estando dentro de prisión, así que esperé pacientemente a que se llegara la hora de visita, estaba seguro que mi sobrino iría a verme, así mismo fue, le dije que le comunicara a Vanessa que necesitaba los dos mil dólares y que saliendo yo se los devolvería, me dijo que iba a hacer todo lo posible.

Llegó Vanesa con mi sobrino el día miércoles, le pregunté que había pasado con el dinero que les había pedido y me contestó que la compañía iba a pagar la fianza para que me dieran la libertad, se fue el miércoles, el día jueves regresó mi sobrino con su novia visitarme y platicamos de varias cosas, al verme la novia de mi sobrino con un lápiz y una hoja de papel le dijo a mi sobrino: ¿Ves? , te dije que tu tío iba a  escribir todo lo que está pasando aquí adentro en la prisión, después de platicar un rato mas, se marcharon.

Paso el jueves sin pena ni gloria, nadie me fue a ver, no tenía noticias de nada de lo que estaba pasando afuera, no sabía si aún conservaba mi trabajo pero tenía la esperanza de que así seria, ahí si me acordé de Dios, a diario oraba, oraba a todas horas, pidiéndole a Dios que me sacara de la prisión. Se llegó el viernes, el día también pasó sin saber nada de lo que acontecía afuera, ya había casi perdido la esperanza de ser liberado en esa semana, para eso de las ocho de la noche el guardia en turno me dijo que tenía visita, era la persona que menos esperaba fuera a visitarme, era nada menos que mi ex mujer, platicamos un poco de cosas que teníamos que platicar algún día, de que si por fin se pondría o no en venta la casa que nos pertenece a los dos, después de un rato me dijo-mañana vengo a pagar la fianza para que te dejen salir-, yo la verdad aun dudaba mucho que así seria.

El viernes la pase incrédulo, pensando que la fianza no sería pagada, así que no me sorprendió para nada el hecho de que se llegara el anochecer y mi nombre no fuera pronunciado por el guardia  diciendo que podía salir e irme a mi casa.

El sábado pasó igual que el viernes, no hubo noticias de nada, no hubo visitas, la verdad ya me estaba haciendo a la idea de que pasaría el tiempo que se rumora en prisión que le dan a los conductores que son sorprendidos en manejando en estado de ebriedad, el cual decían casi todos que son cuatro meses, con esa idea en mente me sorprendió el sueño esa noche.

El domingo en la mañana me dijo el guardia de seguridad que tenia visita, era ella, mi ex una vez más, lo único que me comunico fue que la fianza ya había sido pagada, que me deseaba lo mejor del mundo, que tuviera cuidado, después de esas palabra se marcho. Salí del cubículo de visitas como zombi, no lo podía creer, en unas horas más estaría de nuevo en libertad, una libertad que nunca me había dado cuenta que tenia.

En ese mismo rato, después de abandonar el cubículo de visitas, me dirigí a las regaderas a darme un baño, a tratar de quitarme la mugre del sucio uniforme, esa mugre que no ves pero que sientes que pica, después del baño no me quedó mas que esperar, una hora, dos horas, mientras platicaba con algunos de los presos con los que había empezado a hacer alianza, empecé a despedirme de cada uno de los tres detenidos con los que más había hecho migas, y es que aquel que te ofrece un poco de café o un paquete de sopa dentro de la prisión se le considera amigo.


Duré toda una semana encerrado en la cárcel.


Gracias