Yo que nunca había sabido lo que era recibir un cuchillazo, pos' me la pele', me encajé una maldita navaja en el trabajo, me atravesó el bendito músculo, ahí abajo hay un relato, los sigo leyendo.
Un abrazo
Caminaba la procesión por los caminos de terracería del rancho denominado Huizatarito del cerro, municipio de Abasolo en el estado de Guanajuato, se podía observar las gentes casi todas vestidas de una misma forma, las mujeres con sus enaguas amplias, de colores chillantes, sus sueteres tejidos a mano y sus rebozos los cuales les cubrían la cabeza, los hombres con sus pantalones de manta, huaraches de cuero de cuatro correas, algunos de ellos cargando alguna cobija, jorongo, o un gabán que pudiera amedrentar el frió que se siente en los últimos días del mes de enero. Y es que todo sacrificio valía la pena decían ellos, el lugar hacia donde se dirigía la procesión era la ciudad de San Juan De Los Lagos en el estado de Jalisco, año con año se veía salir la misma cantidad de gente, las personas mayores siempre iban adelante de la peregrinación, siempre con el fervor a flor de piel, todo el tiempo entonando cánticos a la virgen de la Candelaria, un poco mas atrás íbamos los pubertos, aquellos a los que ni nos iba, ni nos venia lo que la gente contaba de la fe, y los milagros que ellos decían que habían sido hechos por la virgen, nosotros solo íbamos por la diversión y la emoción que nos proporcionaba la caminata en la noche por las orillas de las carreteras, y las historias de terror que nos contaba la tía Alejandra y es que según decía, nadie debía ayudar a nadie a cargar nada, ya que mucha gente había muerto sin poder pagar sus mandas, y era ahí donde las almas de la gente penaba y tomaban figuras humanas, decía que muchas veces algunas personas habían pedido de favor que les ayudaran a cargar un morral o una maleta, y que al tomar el encargo la persona pedía permiso para ir a orinar y no la volvían a ver, que cuando se abría la maleta lo único que se encontraban eran huesos o en su defecto, una osamenta humana completa. Muchas veces nos dejo con la duda de lo que nos contaba, ya que también decía que había una piedra en alguna parte de un cerro con la forma de un cura, el cual Dios había convertido en piedra por haber blasfemado contra El cuando las piernas ya no le respondían para dar un paso mas hacia el pueblo antes mencionado.
Siempre al llegar al lugar mas o menos indicado por ella, todos y cada uno de los mocosos le preguntábamos que donde estaba la piedra con forma de cura, y ella solo atinaba a decir-- Ay hijos, hace rato la pasamos, pos' que no se dieron cuenta?, ahh creo que se apartaron, y por mas que los busque no pude hallarlos pa' decirle donde estaba la bendita piedra--.
Al llegar al pueblo la algarabía de los escuincles crecía, y es que la emoción inundaba nuestros espíritus de chámacos, lo que a nosotros menos nos importaba era entrar a la iglesia y dar gracias a la virgen por haber llegado con bien, mas bien, lo que hacíamos era empezar las compransas de obleas con cajeta, las nueces garapiñadas, las riquísimas tortas ahogadas, y claro que los hombres que según mas profesaban la fe siempre andaban o en estado de ebriedad o con la bendita cruda encima (resaca), así que para ellos, siempre había un plato de menudo listo.
Año con año se repetía lo mismo, debo decir que aunque muchas veces fui a San Juan De Los Lagos, nunca me hicieron entrar a la iglesia, pues siempre me han dado terror.
Un saludo