Es increíble como es que ya casi tenemos la navidad encima, recuerdo la primera navidad que pase en Estados Unidos, hace ya mucho tiempo que paso pero lo tengo bien nítido en la mente, yo llegue por estos lares a últimos del mes de octubre, así que todavía extrañaba horrores todo lo que en México celebrábamos. Esa primer navidad mi hermano quedo de pasar por mi para ir a no se' que casa, cosa que nunca sucedió, dieron las nueve, las diez, llego la media noche y el nunca apareció, al momento de sonar las campanadas de la media noche, sentí como se me hacia un nudo en la garganta, como si trajera un trapo grande obstruyendo que pudiera pasar saliva, en ese momento me metí al baño y llore como nunca lo había hecho, quería tener el poder de teletransportacion y poder llegar a mi casa en México por medio de la magia, desgraciadamente eso fue imposible, no me quedo mas remedio que irme a la cama y seguir sollozando cual chámaco al que se le muere una mascota.
Al llegar la navidad el año siguiente, yo ya vivía con otros amigos en una casa, solo que cada quien tenia sus planes y yo no cabía en ninguno de ellos, lo bueno del caso es que para entonces yo ya tenia mi dinero, un dinero que me ganaba trabajando seis días a la semana de cinco de la mañana a tres y media de la tarde. Por mas que le daba vueltas y repasaba la lista de los pocos amigos que tenia no pude encontrar a ninguno; No importaba, esa navidad la celebraba con alguien como que me llamaba Patricio, así que fui a tienda que se llama el toro en la ciudad de Santa Ana y recuerdo que compre cuatro pollos, dos paquetes de tres docenas de tortillas, salsas, refrescos y un 18 de cervezas, anduve dando vueltas pos la ciudad, como a eso de las diez de la noche, vi un grupo de indigentes que a su modo celebraban la navidad, habían hecho una fogata en un lote baldío, sin miedo a que me pudiera pasar algo me baje y con mi ingles quebrado los salude', les dije feliz navidad, a lo que ellos contestaron con la misma frase, después de acercarme les pedí si me podían ayudar a bajar lo que traía en la cajuela, ellos preguntaron de que se trataba y yo les dije que era comida refrescos y cerveza, dos de ellos corrieron hacia el carro y me ayudaron a bajar las cosas, en un rato mas parecía como si fuéramos los mejores amigos, algunos de ellos me contaron sus historias, algunas mas tristes que otras, solo que todos habíamos caído en lo mismo, a todos nos acompañaba la soledad, el no tener a la familia cerca, y es que es raro, ya que no todos manejamos las cosas de la misma manera, ellos se hicieron indigente, yo a Dios gracias nunca lo he sido, no se si desde ahí haya nacido mi compasión por esa gente, y es que nunca dejo ir a ninguno de ellos sin la ayuda que necesita.

P.D. De lo del navajazo ya estoy bien, es increíble que el miedo muchas veces sea el que nos cause el dolor, no sentí dolor ni nada porque no me di cuenta que me la clave, solo sentí que trono la piel, al momento que levante el antebrazo la navaja seguía clavada, así que solo le di un jalón fuerte, la saque, deje que la herida sangrara un poco y la desinfecte, pero ya sano, solo me quedo la marca.
Un saludo